Constituciones 1872

CONSTITUCIONES 1872, ESCRITAS POR EL P. JUAN CLAUDIO COLIN

ARTÍCULOS 49 Y 50

“Tengan siempre presente que, por elección gratuita, pertenecen a la familia de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, de quien les viene el nombre de Maristas y a quien desde un principio eligieron como modelo y como primera y perpetua Superiora. Si son, pues, y anhelan ser de veras hijos de tan excelsa Madre, esfuércense constantemente en aspirar y respirar su espíritu: espíritu de humildad, de abnegación propia, de unión íntima con Dios y de ardentísima caridad para con el prójimo. Deben en todo pensar como María, juzgar como María y como María sentir y obrar; de lo contrario, serían hijos indignos y degenerados.”

“Y por lo tanto, pisando las huellas de su Madre, aléjense ante todo del espíritu mundano, es decir, de toda codicia de bienes temporales, y queden totalmente vacíos de su propia estima. Esfuércense en la total renuncia de sí mismos, buscando los intereses de Jesús y de María y no los suyos propios. Considérense como desterrados y peregrinos en la tierra, como siervos inútiles y deshecho de la humanidad. Usen de las cosas de este mundo como si no las usaran. Huyan con empeño de cuanto significa lujo, ostentación o deseo de aplauso de los hombres en los edificios y habitación, en el género de vida y en toda relación con los demás. Aprecien pasar ignorados y estar al servicio de todos; actúen sin doblez ni astucia. En una palabra, procedan siempre con toda pobreza, humildad, modestia, sencillez de corazón, desinterés por toda vanidad y ambición mundana y unan a las obras de celo el amor a la soledad y al silencio, de tal suerte que aunque deban dedicarse a diversos ministerios para la salvación de las almas, aparezcan, sin embargo, ignorados y hasta escondidos en este mundo. Adhiéranse todos tenazmente a este espíritu, sabiendo que es como el gozne y el fundamento de toda la Sociedad.”